El conocerle me lleva a Amarle
1 Juan 2
Hijitos míos, os escribo estas cosas para que no
pequéis. Y si alguno peca, Abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el
justo.2 El
mismo es la propiciación por nuestros pecados, y no sólo por los nuestros, sino
también por los del mundo entero.3 Y
en esto sabemos que hemos llegado a conocerle: si guardamos sus mandamientos.4 El
que dice: Yo he llegado a conocerle, y no guarda sus mandamientos, es un
mentiroso y la verdad no está en él; 5 pero
el que guarda su palabra, en él verdaderamente el amor de Dios se ha
perfeccionado. En esto sabemos que estamos en El. 6 El que dice que
permanece en El, debe andar como El anduvo.
Terminando el tema ayer nos daba la fuente de nuestro gozo y quiero citar las palabras de un incrédulo en
contraste con las palabras del Señor.
Carlos Marx escribió: “El primer requisito para la
felicidad de la gente es abolir la religión”. Y aunque no estoy de acuerdo en nada con Carlos, puedo afirmar que en esto tenía la
total razón, estamos viendo día a día personas engañadas por la religión y
creyendo que una vida de sufrimiento es la vida abundante que Dios nos ofrece.
Pero el
apóstol Juan escribe, que “la fe en Jesucristo te da un gozo que el mundo jamás
puede reproducir. Yo mismo he
experimentado este gozo y quiero compartirlo con ustedes”.
Es motivador ver como Dios en su previo conocimiento, no
deja nada sin darnos una solución, en el momento de nacer de nuevo fuimos
santificados, pero seguimos luchando con nuestra carne, o sea somos santos que
pecamos y esto es totalmente antagónico a la posición que ocupamos, somos hijos
de Dios. El apóstol Pablo nos dice que hemos muerto al pecado y ya no debe reinar en nosotros. Pero claro está que
seguimos luchando con la carne y a pesar de tener el poder para tomar la mejor decisión
de decirle NO al pecado, este nos atrae y
al caer empaña nuestro gozo.
Para que no pequemos 2:1. Juan encara directamente el
problema del pecado (1 Juan 3:4–9, por ejemplo) y anuncia cuál es la única
respuesta a este enigma la Persona y obra de Jesucristo. Cristo no sólo murió
por nosotros para llevar la pena de nuestros pecados, sino que resucitó de los
muertos para interceder por nosotros ante el trono de Dios: “Si alguno hubiere
pecado, abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo” (1 Juan 2:1).
La palabra española «abogado» sólo aparece una vez (1 Juan. 2:1) . Es la
traducción de la palabra griega paraklētos,
la cual aparece cuatro veces más en el NT (Juan. 14:16, 26; 15:26; 16:7).
Etimológicamente hablando, la palabra quiere decir «aquel que es llamado al
lado de otro», especialmente en un tribunal de justicia. En el NT ha perdido su
sentido pasivo, significando simplemente «ayudador» Juan. 14:16) o
«intercesor». De este modo, Jesucristo es llamado en 1 Juan. 2:1 el abogado,
puesto que él intercede por el cristiano que ha pecado. La eficacia de la obra
que Cristo realiza como abogado descansa en su sacrificio propiciatorio (1 Juan.
2:2).
En el Evangelio de Juan paraklētos
es un título dado al Espíritu Santo. A pesar de que los traductores latinos
tradujeron advocatus aún en estos
textos, la RV60 lo traduce «Consolador»,
Cristo es nuestro Representante. Él nos defiende ante el
trono del Padre. Satanás puede levantarse allí como el acusador de los hermanos
(Zacarías 3; Apocalipsis 12:10), pero Cristo se levanta allí como nuestro Abogado.
El apela a nuestro favor, en respuesta a sus oraciones, la respuesta de Dios
ante nuestra pecaminosidad es el perdón continuo.
Es lamentable que muchos cristianos hoy viven una vida de temor pensando en
el castigo por su pecado o aun peor creyendo que la salvación depende de cuánto
pequen, esto no solo hecha por tierra la obra perfecta de Cristo, sino que
convierte a la persona en un fluctuante guiado por lo que siente y no por lo
que cree.
Cuando la Biblia nos habla de perdón continuo, también nos dice que debemos
conocerle, esta Palabra es muy amplia, pero la definición aquí es estar en pleno conocimiento, o en
palabras más fáciles, entender con quién comparto mi vida.
Estoy convencido que la única manera de estar atento a sus mandamientos es
pasando tiempo con El, dejando que la Palabra more en abundancia, tomando la decisión
de amarle cada día con todo mi corazón.
Para Pensar: muestre a un hombre quien es en Cristo y esto lo llevara a
enamorarse de Él, una persona enamorada, solo busca agradar a quien ama,
entonces la santidad se convierte en mi estilo de vida, solo el amarle me
mantiene firme.
Rp
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