Cuando lo vi caí como muerto
17 Cuando lo vi, caí a sus pies como
muerto; pero él puso la mano derecha sobre mí y me dijo: « ¡No tengas
miedo! Yo soy el Primero y el Último. 18 Yo soy el que vive. Estuve muerto, ¡pero mira!
¡Ahora estoy vivo por siempre y para siempre! Y tengo en mi poder las llaves de
la muerte y de la tumba. Apocalipsis
1:17-18
Es muy interesante ver este pasaje y no
solo la parte doctrinal, sino también la cultural, cuando lo leía me puse a
pensar en la real y permanente presencia de Dios en mi vida y el poco valor que
le doy, pero lo importante que es sentir su brazo sobre mi diciendo NO TEMAS
ESTAMOS JUNTOS. Ahora veamos la parte cultural.
1. Vemos primero la reacción de Juan (v. 17a): «Cuando le vi, caí como muerto a sus pies». Los orientales suelen
postrarse en tierra en actitud de reverencia, como hacen los mahometanos en
oración, para acatar a un gran personaje. Juan une a esta actitud el espanto
ante lo sobrenatural, ya que un judío se sentía como muerto si veía la gloria
de Dios (v. Génesis. 3:8; 17:3; Éxodo. 3:6; Números 22:31; Josué. 5:14; Isaías. 6:5; Daniel. 7:15;
10:9; Ez. 1:28). Quizá nos extrañe que Juan, el discípulo amado, que había
recostado su cabeza en el pecho de Jesús, se aterrorice así ahora ante la sola
vista del Señor, pero no olvidemos que el actual aspecto de Jesús ya no era el
de antes (comparar. con 2 Co. 5:16), sino de una tremenda gloria y majestad.
2. De inmediato, sin hacerse de esperar (v. 17b), el Señor consuela y anima
a su fiel discípulo: Coloca su mano derecha sobre la cabeza de Juan en señal de
amor, protección, fuerza y consuelo (comparar. con Hab. 3:2–5, 16, 19) y le
dice: «Cesa de temer» (gr. me phóbou, en presente de imperativo, lo
que indica que Juan estaba temiendo, como en San Juan 6:20, entre otros
lugares). Las razones que le da para que cese de temer son tres:
(A) La primera es: «Yo soy el primero
y el último y el que vive» (vv. 17c, 18a). Compárese con 22:13, así como con Isaías 44:6; 48:12,
aplicado a Jehová, citas que sonarían fuertemente en los oídos de Juan: Como
Jehová, también Cristo estaba al comienzo de todo (v. Proverbios. 8:22; San Juan.
1:1, 3), creándolo todo, y estará también al final como consumador y vencedor
absoluto, cuando todos sus enemigos hayan sido puestos bajo sus pies (Sal.
110:1; 1 Corintios. 15:25–28; Hebreos. 10:13). Como se pueden ver, el original
une la primera frase del versículo 18 con la última del versículo 17. «El que vive» nos trae una reminiscencia
de Éxodo 3:14, 15, donde el nombre propio que Dios se da a sí mismo (YHWH)
viene a ser una mezcla del verbo hebreo hayáh,
«ser», en el sentido de llegar a ser algo
(el único Salvador de su pueblo. Véase el contexto posterior de Éxodo. 3:14) y
del verbo haváh, «ser», en el sentido
de existir como algo vivo (de ahí el nombre de Eva, hebr. havváh, vida). «En él estaba
la vida», leemos en San Juan 1:4, compárese con 5:26; 6:51; 11:25; 14:6.
(B) La segunda razón es: «Estuve
muerto, ¡y mira cómo ahora estoy vivo para siempre!» (v. 18b. NVI). Murió
por nuestros pecados; su muerte no tenía otra razón de ser. Pero resucitó al
tercer día, por cuanto el sepulcro no podía retener al Autor de la vida (Hechos.
2:24, 31) y «a causa de nuestra justificación»
(Romanos. 4:25b). Y todo el que es de Cristo, ha sido sepultado con Él y ha
salido con Él a una nueva vida (v. Romanos. 6:3 y ss.; Efesios. 2:5, 6); y por
su obra y el poder de su Espíritu, será también resucitado físicamente el último día (San Juan. 6:40, 44, 54;
11:25; Romanos. 8:11; 1 Corintios. 15:20 y ss., etc.).
(C) La tercera razón es (v. 18c): «Y
tengo las llaves de la muerte y del Hades», es decir, del sepulcro, en
cuanto lugar de reposo de los cuerpos y estado de sombras (de espíritus
desencarnados). También Cristo bajó al sepulcro, pero venció a la muerte, puso
libremente su vida y volvió a recobrarla (San Juan. 10:18), poder que no posee
ningún otro ser humano. Él tiene esas llaves,
que son símbolo de poder, de dominio y de victoria; por eso, los vencidos entregaban
a los vencedores las llaves de las ciudades ocupadas, como puede verse en el
famoso cuadro de Velázquez, llamado «cuadro de las lanzas» (la rendición de
Breda). ¡Qué consuelo para los cristianos perseguidos de entonces y de siempre saber
que nuestro Salvador es el dueño de la vida y de la muerte; hace morir y hace
volver a la vida; y, si padecemos con Él, también seremos resucitados y
glorificados con Él.
Para Pensar: Viendo todo esto podemos tener una idea doctrinal y cultural,
pero realmente en la práctica como es tu vida, si realmente amas a Dios, el
amor de Dios que está en vos es real, ya que es su misma persona viendo en y a
través tuyo, cuando fue la última vez que tuviste temor y sentiste Su Mano sobre tu hombro, diciendo
tranquilo, yo estoy, aunque no me veas o me sientas estamos juntos.
De la misma manera que le declaras el amor a tu conjugue, y lo vas
manteniendo cada día, ¿cuándo fue el día que le declaraste el amor a Dios y
como lo mantener hoy?
TE AMO, DISFRUTO QUE VIVAMOS JUNTOS, TE NECESITO CADA DÍA Y EN CADA
MOMENTO, NUNCA TE OLVIDES QUE LO HACEMOS
JUNTOS.
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