Violencia Doméstica Ataque contra la dignidad de la mujer

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Él era muy conocido en su comunidad. ¿Qué mujer no se sentiría orgullosa de ser su esposa? Ciertamente él le daba todo lo que podía desear. Y sus hijos... ¿acaso no tenían todo lo que podía comprar el dinero? ¿Cómo podía siquiera pensar en destruir ese perfecto cuadro familiar o arriesgarse a vivir en el futuro como una desconocida? ¿Adónde iría? ¿Qué haría? ¿Cómo ganaría dinero para sostenerse? Y lo que era peor,  ¿perdería a sus hijos si se atrevía a hablar de la horrible verdad? Estaba desesperada. Además, ¿quién iba a creerle?
Se había hecho experta en esconder sus emociones, los golpes y los ojos morados. Con el rostro surcado por las lágrimas y los ojos hinchados de tanto llorar, se dijo a sí misma: "De todas maneras, yo tengo la culpa, ¡me lo merezco!". Aun cuando parece que la razón se nubla, los Salmos ofrecen esperanza a los afligidos:  
"El deseo de los humildes oíste, oh Jehová;  tú dispones su corazón, y haces atento tu oído,  para juzgar al huérfano y al oprimido,  a fin de que no vuelva más a hacer violencia el hombre de la tierra".  (Salmos 10:17-18) 
DEFINICIONES  Es indudable que tanto el hombre como la mujer pueden cometer actos de violencia doméstica. Pero estadísticamente, la mayoría de las veces las mujeres son las víctimas. Tradicionalmente y hasta legalmente se ha tolerado el maltrato de la esposa, pero  ese tipo de comportamiento entristece a Dios. Son muy dolorosas las consecuencias que trae la violencia en esta, que es la más sagrada de las relaciones, pero Dios promete estar al lado de la víctima que sufre a manos de su esposo violento.  


"Cercano está Jehová a los quebrantados de corazón;  y salva a los contritos de espíritu". (Salmos 34:18)  

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