Gracia Irresistible Explicada
Según el calvinismo, los electos no
regenerados aún, no pueden responder al evangelio o apropiarse por la fe de lo
que Cristo hizo por ellos en la cruz; por tanto, Dios también debe hacer
provisión para los electos, debe darles un nuevo y espiritual nacimiento
(regeneración), y entonces darles la fe para que puedan apropiarse de esa
provisión.
Steele y Thomas explican:
“En adición al
llamado general para salvación, el cual es hecho a todos los que oyen el
evangelio, el Espíritu Santo extiende a los electos un especial llamado
interior que inevitablemente los lleva a salvación. El externo (el cual es
hecho a todos sin distinción) puede ser, y a menudo es, rechazado; mientras que
el llamado interno (el cual es hecho sólo a los electos) no puede ser
rechazado; éste siempre resulta en conversión.
Por medio de este
especial llamado, el Espíritu, irresistiblemente, trae los pecadores a Cristo.
El Espíritu no está limitado por la voluntad humana en su obra de aplicar salvación,
ni depende de la cooperación del hombre para tener éxito. El Espíritu, en su gracia,
hace que el pecador electo coopere, crea, se arrepienta, y venga libre y
voluntariamente a Cristo. La gracia de Dios entonces es invencible y nunca
falla en resultar en la salvación de aquellos a quienes se extiende”.
HAZLES UNA OFERTA QUE
ELLOS NO PUEDEN ACEPTAR
Por carecer de una mejor expresión,
digamos que hay una especie de “broma” divina (calvinísticamente hablando) que
ocurre con respecto a los no electos; es decir, a nosotros (los cristianos) se
nos encargó“invitarles”, pero ellos no pueden aceptar la invitación. Es como invitar a todos a
aspirar una bocanada de aire fresco, sabiendo que muchos (y sin saber cuáles)
no tienen pulmones para respirar.
Steele y Thomas explican:
“La invitación del
evangelio se extiende a un llamado a salvación a todo aquel que
escucha el mensaje.
Invita a todo hombre sin distinción a beber libremente del agua de vida y
vivir. Promete salvación a todo el que se arrepiente y cree. Pero este llamado general,
extendido a los electos y a los no electos por igual, no traerá a los pecadores
a Cristo. ¿Por qué? Porque los hombres por naturaleza están muertos en pecado y
bajo su poder. De sí mismos son incapaces y no están dispuestos a abandonar sus
malos caminos y volverse a Cristo en busca de misericordia. Consecuentemente,
la voluntad no regenerada no responde al llamado del evangelio al
arrepentimiento y la fe. Ninguna cantidad de amenazas o de promesas externas
causará que el ciego, muerto, y rebelde pecador se postre ante Cristo y le
busque para salvación. Tal acto de fe y sumisión es contrario a la perdida
naturaleza humana.”
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