¿Mi Dios está vivo y el tuyo?



Desde el momento en que un niño nace empieza a llorar. Los doctores dicen que con el acto físico de llorar, se limpia la mucosidad de la tráquea y se hacen expandir los pulmones. Esa es la razón fisiológica del primer llanto, pero, ¿cuál es la razón psicológica? ¿Qué le motiva a llorar, cómo si hubiera una fuerte necesidad? Podremos encontrar la respuesta al porqué un bebé llora identificando lo que le hace dejar de llorar. La manera más efectiva para parar el llanto de un bebé es dejar que su mamá lo abrace. Acostado en el pecho de su mamá, un bebé chillón descansará tranquilamente. Uno puede concluir que los bebés vienen a este mundo gritando por una  amorosa intimidad. La expresión gentil de intimidad de un padre amoroso que tranquiliza la tormenta emocional y calma al bebé cómo ninguna otra cosa. Observa a un bebé llorón recién nacido, cuándo su mamá lo toma en brazos y le habla suavemente mimándole; el resultado es universal. El llanto del bebé, por recibir el afecto del amor, continuará en cierta forma, toda su vida. Cuando ya es adolescente, empieza a buscar en sus amigos su valor como persona y el sentido de ser amado. Durante sus años como joven, el hambre por el amor explota como fuegos artificiales, luchando en todos las direcciones para ser saciado. El hambre por la aceptación puede manifestarse en una moda extrema o en una afición por la música “salvaje” del momento.
Puede manifestarse en algo sencillo, como usar las expresiones de su generación, algo que hace reír y retar a los de las generaciones anteriores. "Aunque los abuelos dijeron lo mismo de mis bisabuelos." Lo que en años pasados  era “bueno” se convirtió en “suave”, luego llegó a ser “padre” y se convirtió en “dicho” pasando por “buena onda.” Ninguno sustituye correctamente la palabra original “bueno,” pero ése no es el punto. El punto es que la gente tiene un sentido natural que les hace “hacer” o “decir,” lo que sea necesario para alcanzar sus necesidades básicas de amor, aceptación y valor. No pienses que nuestro llanto por amor, se termina cuando llegamos a la madurez. Un padre moderno dijo a su hijo “En mis tiempos, usábamos la gorra hacia adelante.” -“¿Se la pusieron al revés?” contestó el niño perplejo. La verdad es que en cada generación, la gente hará lo que necesite para ganar amor. Un joven desea, busca intimidad y quizás la busca por medio de un estilo de vida promiscuo. Los servicios de citas florecen mientras los hombres y mujeres buscan una relación “especial” con alguien “especial” del sexo opuesto. Su sueño es encontrar a la persona adecuada que les hará sentirse amados, valorados y aceptados incondicionalmente por el resto de su vida.
El hambre de sentirse amado nunca se detiene. Cuando un bebé nace, cuando un niño pide un juguete popular y aún un anciano, manejando un gran auto  de lujo; tratando de llegar a tiempo para el “especial” en la cafetería de los amigos, quiere encontrar un lugar donde sea amado, valorado y aceptado. Las necesidades son normales. La verdad es que son universales. Estas tres necesidades: ser amado, valorado y aceptado son; intrínsecas en cada ser humano, desde la cuna hasta la tumba. No son comportamientos aprendidos, sino intrínsecos a la naturaleza humana, desde el tiempo en que nacimos, ¿por qué Dios nos hizo así? Sencillamente, para que Él pudiera ser quien supla esas necesidades. Es como si tuviéramos un enchufe de tres puntas en nosotros y sólo podemos estar satisfechos cuando estamos conectados a Jesús. Separados de Él, nada puede satisfacer éste deseo y siempre nos sentiremos incompletos; nunca escaparemos de ésa sensación, de que algo eternamente importante está faltando en nuestras vidas.
En muchas oportunidades tratamos de suplir nuestra intimidad con diversas ocupaciones, familiares y aun ministeriales, pero estos son solo distractores y nunca llegan a satisfacer la verdadera  intimidad y llenar el lugar que solo una íntima relación con Dios lo puede hacer.
Nunca logro entender porque  da miedo  buscar a Dios en una forma intima, donde él pueda manifestarse en nuestras vidas en una forma real.

                                 ¿Mi Dios está vivo y el tuyo?

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