El Señor preparo a sus discípulos para su partida
Juan 14:17 El Espíritu de
verdad, a quien el mundo no puede recibir, porque ni le ve ni le conoce, pero vosotros sí le conocéis porque mora
con vosotros y estará en vosotros.
Es muy interesante leer los capítulos 12 al 14
de Juan donde vemos al Señor preparando a sus discípulos para su partida, explicándoles
que no les dejara solos y aun dando la posibilidad que ya no estaría con ellos,
sino algo más sensacional estaría en ellos y esto continua hasta el día de hoy.
El poder decir Cristo vive en mi es muy fácil, el ser consciente de la
presencia divina en nuestra vidas es abrumador. Escucho muchas veces a
cristianos decir NO SOY DIGNO, pero que antagónico suena algo así, si no fuéramos
dignos, como puede ser que El Dios de
toda gracia nos habite, la respuesta es fácil, Dios no me ve por lo que hago o
lo que soy, el me ve en Cristo. Cristo en mi esperanzo de Gloria.
Esta unión me vincula con la trinidad y eso me
lleva a tener intimidad.
La intimidad con Jesús trae al hombre interior
una firmeza y un descanso más profundo. A medida que vamos relacionándonos en
El de una forma más profunda y personal, vamos creciendo en el conocimiento
de que Dios nos acepta y aprecia, no por
lo que hacemos , sino porque quienes somos.
Este conocimiento nos libera progresivamente de
los sentimientos de inseguridad y del temor paralizador a las opiniones o las
acciones de los demás en nuestra contra.
Si nos centramos en Jesús, esto termina
llevándonos a conocer su corazón y a sentirnos aceptados, lo cual es
absolutamente vital.
Aunque es importante que los seres humanos nos
acepten, esto resulta tristemente inadecuado si no tenemos la aceptación de
Dios. Lo que nos hace sentir valiosos y verdaderamente dignos es el conocimiento
de que Dios nos ama, acepta y valora Cuando sabemos que Él tiene en nosotros su complacencia , las
críticas y las ofensas de los demás no nos afectan con tanta facilidad. La
necesidad de demostrarles a los demás que somos valiosos deja de ser el impulso
dominante dentro de nuestra constitución emocional. Todo lo que necesitamos es
que Dios se complazca en nosotros y nos conceda su sonrisa y de hecho él lo
hace, Dios se regocija sobre mí con cántico, soy obra de sus manos.
Dr.Raul Perazzo
Comentarios
Publicar un comentario